Antes de que el columnista y experto en televisión Ómar Rincón escribiera en EL TIEMPO criticando a la serie Casa de Reinas, del Canal RCN, a la que tildó de “un exabrupto y un homenaje a lo grotesco”, en la Costa Caribe ya se escuchaban voces en contra de la producción. (ABAJO).
Aunque Rincón remata su columna diciendo que “parece que a los caribeños les hace gracia esa imitación ridícula que hacen de ellos los cachacos”, varias ONG, expertos y hasta el diario El Universal de Cartagena han señalado que la serie ataca y subestima la riqueza de la cultura costeña.
“No es justo que el panorama que este dramatizado ofrece de nuestra región sea un conjunto de estereotipos errados, que vuelve ridícula la descomplicación y espontaneidad de los costeños, y la lleva al terreno del mal gusto, irrespetando a toda la región”, dice El Universal.
También critica el trato que hacen de las mujeres al emular el Concurso Nacional de la Belleza porque “perpetúa la figura de la reina estúpida que solo puede mostrar sus curvas como atributo humano”.
Sobre este punto se pronunció el mismo presidente del concurso, Raimundo Angulo, quien señaló que, “como hombre caribe, rechaza toda caricatura que se haga en su contra”. Y agregó que, “tal parece que a Miguel Ángel Baquero y a Eloísa Infante (los libretistas) se les olvidó la calidez del mar de Santa Marta y el frío de la Sierra Nevada”, agrega Angulo.
El exdirector del Observatorio del Caribe, Alberto Abello Vives, dice que Casa de Reinas, luego de la serie Chepe Fortuna (también de Baquero e Infante) es una réplica más de una manera equivocada de ver al mundo caribe: “Los medios deberían ser más juiciosos, más serios, abrevar en la riqueza del conocimiento que una región como el Caribe ha generado sobre ella misma. Hoy es la región más estudiada de Colombia, y por eso da tristeza que se arme un nuevo capítulo del entretenimiento, alejado de la cultura, a costa de un falso Caribe”.
Pero las críticas van más allá e incluso calan entre la comunidad LGBTI, explica Wilson Castañeda, director de la corporación Caribe Afirmativo. “Se ha creado un prototipo del gay con prácticas exageradas, que rayan en la vulgaridad. Además se muestra como una persona exitosa, de clase alta, y eso está lejos de la realidad”, expresó. Según una investigación que Caribe Afirmativo realizó con la U. del Norte, en dos años ha crecido en un 125 por ciento la aparición de la población LGBTI en muestra televisión, pero la mayoría de veces, ridiculizándola.
“Hay que tener en cuenta que la televisión maneja, por naturaleza, la entretención y en ella caben recursos como la ironía o el sarcasmo”, advierte Alberto Martínez, investigador del Observatorio de Medios de la U. del Norte.
Según él, esta es una caricatura del ser costeño, que se puede cuestionar o disfrutar, sin dramatismos. “Nunca se pensó en hacer un documental –agrega Miguel Ángel Baquero, el libretista que mañana les saldrá al paso a las críticas en una entrevista en EL TIEMPO–. Y mientras la polémica sigue, la serie continúa siendo la joya de la corona del Canal RCN, y en el primer lugar de sintonía por encima, incluso, de su inmediato competidor, La voz Colombia, del Canal Caracol.
JUAN CARLOS DÍAZ M.
Corresponsal EL TIEMPO
Cartagena.
JUAN CARLOS DÍAZ M.
Corresponsal EL TIEMPO
Cartagena.
El caribe tiene mejor y más sutil humor, para que sea convertido en este exabrupto.
Hacer reír en Colombia es muy fácil: se cuentan chistes, se exagera al infinito, se hace farsa-cultura y se grita al extremo. Después de la burla de lo costeño llamada Chepe Fortuna viene su hijastra llamada Casa de reinas: más cuentachistes y cachacosteñismo. Y marca bien.
Ido el rey mágico que todo lo que toca lo convierte en oro -Escobar-, el rating se acomodó en otra forma. La voz Colombia, que es un buen divertimento sin morbo pero con Vives en plan de bobalicón, bajó al cuarto lugar.
Al narco-Escobar lo reemplazó su copia, El capo; Rafael Orozco, el ídolo y su sentimiento 'ay hombe' se pusieron de primeros, y Casa de reinas y su burletería están de terceras. Entre narcos, músicos y burla costeña está nuestra alma televisiva.
RCN llama a Casa de reinas una obra "entretenida" y "colorida" de "personajes pintorescos" y con "tremendo vacilón". Y afirma que "Casa de reinas es un retrato del país". Y dice que se muestra a los "reinados de una forma simpática y agradable donde las clases sociales no existen". Y que va para "toda la familia, especialmente a los niños".
Yo creo que ahí no hay nada de eso: ni es entretenida, ni hay vacilón, ni hay Colombia ni, mucho menos, es un homenaje a los reinados.
A mí me parece que esta comedia debería llamarse Casa de anormales: todos parecen habitados por un síndrome del gritón, el exagere, el chiste obvio, la sobreactuación, el rebuzno, la farsa.
En esta serie no hay un personaje normal: uno solo que hable, actué y piense como gente del común. Todo parece un exabrupto, un homenaje a lo grotesco. Pero a los televidentes que ponen el rating todo eso les parece chistosísimo. El equivocado es este comentarista.
A mí me parece que ya está bien de este cachaquismo que estereotipa, esquematiza, ridiculiza la sabrosura y espontaneidad caribe y la convierte en una oda al mal gusto, la barbarie, la estupidez.
El caribe tiene mejor y más sutil humor, mejor farsa y versátil carnaval para que termine convertido en este exabrupto. Pero parece que a los caribeños les hace gracia esa imitación ridícula que hacen de ellos los cachacos. El equivocado soy yo.
A mí me parece que las reinas eran un patrimonio nacional, ya que ellas representan el objeto de deseo para todos: ricos, pobres, mafiosos, periodistas, intelectuales y RCN.
Pero en esta comedia se convierte a las reinas en una obsesión estúpida de las mujeres colombianas: todas son brutas y todas tienen mal gusto. Parece que para RCN las reinas son para hacer fiesta y negocio, pero también piensan que son una manada de brutas. El equivocado, de nuevo, soy yo.
La verdad es que en este país solo queremos reír y por eso en la radio ganan las emisoras chistositas, en televisión el modelo de la ficción es Sábados felices y en la vida real gana el comediante morboso.
En este contexto se puede explicar que una obra tan obvia en diálogos, sobreactuada en personajes, gritería en escena pueda siquiera gustar un poquito. El equivocado soy yo: un amargado que no sabe reír de este "pintoresco vacilón".
ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión
ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión